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El comercio de proximidad es bueno para la economía y la sociedad en su conjunto

Haz patria, compra cerca

Si algo nos ha enseñado la pandemia del COVID-19 es que podemos cambiar muchos de nuestros comportamientos con un pequeño esfuerzo. Muchas de estas nuevas rutinas deberíamos mantenerlas más allá del confinamiento, porque son muy positivas económica y socialmente. Una de ellas: la compra cerca de nuestras casas.

Estos días nos hemos forzado a prescindir (en gran medida) de los supermercados y grandes cadenas. La limitación de movimientos nos ha llevado a hacer la mayor parte de nuestras compras diarias en los comercios de nuestro barrio. Y esto, señoras y señores, es muy bueno.

Seguir renunciando a nuestra comodidad al consumir puede marcar la diferencia a la hora de enfrentarnos a la crisis económica que viene posterior a la sanitaria. Y lo más difícil de ello pasa por cambiar nuestros patrones culturales de consumo. Fundamentalmente uno: el «quiero esto y lo quiero ya».

El comercio de proximidad no solo es muy positivo para la sociedad en su conjunto, también lo es para nosotros mismos. Las desventajas son menores que los beneficios si apostamos por él:

Desventajas

  • El producto se circunscribe mucho al territorio, lo que se traduce en una que muchos productos a los que las grandes cadenas nos tienen acostumbrados no están. Normalmente son aquellos que requieren de una fuerte infraestructura y economías de escala (grandes pedidos). Por ejemplo, tener cerezas en invierno de Chile o aguacates de México.
  • Hay que invertir más tiempo en la compra frente al supermercado, por dos razones: uno, no todos los productos de la cesta están en una única superficie; y dos, en ocasiones el producto que buscas no ha llegado.
  • Tienen, en general, horarios más reducidos para la compra que las grandes superficies. Ello implica que a veces se nos haga más difícil conciliar la compra con nuestra vida laboral.
  • En general, al no ser economías de escala, el precio medio del producto es más elevado.
  • En general, no está adaptado a las nuevas formas de consumo digital. No hay prácticamente desarrollo del comercio online en el pequeño comercio y es poco frecuente la entrega a domicilio.
  • Hay menos posibilidades de elección porque hay una menor variedad de marcas.

Ventajas

  • Protección del pequeño comercio y el empleo que genera. En España las pequeñas empresas y autónomos sin asalariados suponen más del 95% del tejido empresarial español, más de ocho millones de puestos de trabajo y miles de familias que dependen de su actividad.
  • Protección del sector primario y secundario, por dos razones:
    • Al comprar a proveedores locales en cantidades más pequeñas que las grandes superficies se promueven unos precios más justos
    • A más compra en lo local, más posibilidades de desarrollo de industrias y sectores de negocio secundarios (logística, almacenamiento, embalaje, marketing…)
  • El pequeño comercio distribuye mejor la riqueza. Pagan más impuestos y no concentran la riqueza en la medida que lo hacen las grandes superficies.
  • Todo queda en casa. En un comercio de proximidad las compras se realizan, en su mayoría, a productores locales y la mayor parte del beneficio económico de las ventas se queda en la comunidad.
  • Sin duda, en un comercio de proximidad tendrás un trato mejor y más personalizado.
  • En general, hay una mayor calidad en el producto y el producto es más fresco que en las grandes superficies.
  • Hay una mayor protección de los derechos del consumidor. Frente a las grandes corporaciones, el consumidor tiene menos posibilidades frente a los abusos.
  • Frena activamente el cambio climático, porque es sostenible en todas las fases. En la compra a proveedores locales, ya que se reduce la huella de carbono del transporte de otras zonas del planeta. Y en el acto de comprar, por tres razones:
    • Comprar a diario implica consumir lo imprescindible
    • Hay menos desperdicio, por tanto, menor gestión de residuos
    • Al contrario que en las grandes superficies, evitas ir en coche a comprar, por lo que tú también contaminas menos
    • Consumir menos, es producir menos y, por tanto, es contaminar menos
  • Comprar lo justo protege la economía familiar.
  • Mejorará nuestra salud porque comeremos mejor. El simple hecho de no tener accesibilidad a determinados procesados se convierte en una garantía de estar más sanos frente a determinadas enfermedades.
  • El comercio de proximidad teje relaciones y frena la despoblación. Da vida a los barrios de pueblos y ciudades y fomenta las relaciones sociales y la cohesión humana.
  • Y esta que es de mucha actualidad ahora: menor trayecto del producto implica menos escalas. Menos escalas implica menos gente implicada en el proceso de compra-venta y, por tanto, una mejor defensa ante amenazas sanitarias como la del COVID-19.

Una breve conclusión

No es fácil y no es cómodo, pero cambiar nuestras rutinas de consumo puede ser imprescindible para sostener la economía de nuestras ciudades y pueblos.

La repetición lleva al hábito… ¡probad a cambiar durante las próximas semanas vuestra forma de consumir! Desde el mantenimiento del empleo hasta la mejora de nuestra calidad de vida, hay razones que hacen que merezca la pena intentarlo.

Consultor en redes sociales, diseñador y fotógrafo. Presidente del Colectivo Paso Alto. Friki de manual.

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